Quién es Tonetta, el artista que mezcla sexo, surrealismo y punk

Quién es Tonetta, el artista que mezcla sexo, surrealismo y punk

Frente a mi se meneaba un hombre de mediana edad, en una tanga como mucho inapropiada y como poco agresiva. Parecía estar sucio con pintura seca y sudor, y estaba en un cuarto no-discernible, cubierto en sábanas, mal iluminado, usando una máscara de porcelana que, en la mejor circunstancia, uno encontraría en un juzgado, en una caja de cartón marcada como “EVIDENCIA.”

Corría una tarde de abril del 2011 cuando, en la cañería humorística que fue el canal de Youtube de Ray William Johnson, vi por primera vez a Tonetta, cuyo nombre solo aprendería mucho después. 

Pero incluso en ese entonces, lleno de la curiosidad y abandono característica de la adolescencia, confieso que me asusté. La figura en el video trascendía lo espantoso y entraba al territorio de lo surreal. No sabía cómo sentirme. 

No sabía si Tonetta, en toda su gloria, quería matarme o cogerme. O quizás ambas, o que yo le hiciera eso a ella. Esa imagen se plantó en mi mente, y muchos meses después, cuando me encontré al susodicho una vez más -esta vez cortesía de una reseña del popular canal de música The Needle Drop- la semilla de terror germinó como un árbol, apropiadamente fálico, único y especial como pocos.

Fuente: Captura de video

Tonetta es la definición de lo-fi y DIY: canciones repletas de crujido análogo y clipping; percusión sintética y mecánica, gruesa, que satura el mix, un bajo potente y amplio, guitarras a veces tímidas, a veces agresivas, pero siempre cortantes y precisas. Y su voz, barítona, altísima en el mix, susurrándote improperios al oído, y todo cubierto en sound bleed. 

En los esporádicos momentos donde hay un pedal de distorsión o fuzz, las canciones suenan como si se fueran a quebrar cual puente durante un terremoto. Las líricas, sardónicas y crudas, cubren cada tipo de tabú libidinoso que uno se pueda imaginar: prostitución, parafilias diversas, drogas, crímenes sexuales, incesto, pornografía, masturbación. 

Por necesidad, usaré comparaciones para describir la música de Tonetta. Es como Mac DeMarco, si Mac fuese un indigente alcohólico. Es como Paul McCartney, si Paul fuese una sexoservidora cuya juventud se extinguió hace décadas. 

Tiene también algo de glam y algo de funk; algo de lounge y algo de soul. Algo de Steely Dan y algo de Prince. Tiene la actitud de Iggy Pop y la elocuencia melódica de The Beach Boys. 

Tiene la voz de Jamie Stewart (Xiu Xiu), pero en vez de aterrarte, te quiere sacar a bailar. Tiene la potencia sexual de Elvis Presley con peluca y un vestido de cóctel demasiado corto. 

Y sobre todo, no tiene ni siquiera un gramo de la calidad de grabación de ninguno de estos artistas.

Fuente: Captura de video

Dan ganas, al mismo tiempo, de vomitar, reírse, llorar y bailar. Como muchos grandes artistas, Tonetta yuxtapone elementos disparejos para crear una experiencia singular. 

La incomodidad y la perversión, al final, dan puesto a la comedia surreal, a la celebración de lo depravado y libre, a la sincera noción de que, más allá del shock y el asco, Tonetta quiere que te diviertas, y más aún, que el quiere divertirse contigo

Y sin embargo, hay momentos de ternura, y sinceridad. Canciones de amor, románticas y llenas de esperanza; momentos de tristeza, soledad y aislamiento. 

La realidad es que Tonetta es un alter-ego del canadiense Anthony Jeffries, apodado Tony, reinventado fonética y espiritualmente como Tonetta. Nacido en Toronto en 1948, Jeffries inició una carrera como carpintero y tapicero a los quince años, luego de ser reprobado en secundaria, pero siempre fue propenso a la música. 

Desde los nueve años, por su propia admisión, tenía un hábito de usar madera, clavos y cuerdas para crear una pseudoguitarra, aunque fuese por pura pretensión y musicalmente inútil. 

Creciendo, Jeffries orbitó la configuración clásica de una banda de rock. Primero fue con su hermano, con quien construyó un estudio en el sótano de su hogar, y luego con varios otros amigos y conocidos. 

Incluso viajó a Los Ángeles en 1969, con escasos veintiún años, para grabar un demo con su agrupación, cuyo nombre se ha perdido a la historia. Supuestamente, conoció a Frank Zappa en el proceso. 

Según su propio testimonio, durante los 70’s Jeffries vivió una vida relativamente cotidiana, sosteniendo a una esposa y dos hijos con su negocio de tapicería. En 1983, luego de un episodio severo de apendicitis, se divorció agriamente de su mujer, quien le prohibió ver a sus hijos, de 8 y 10 años en aquel entonces. 

“Nunca más los ví,” contó en una entrevista en el Nighttime Podcast, publicada en enero de este año. 

La pérdida de su hogar y familia, más estos problemas de salud, propiciaron una crisis nerviosa y existencial para Jeffries. Se mudó de vuelta a la casa de su madre y empezó a escribir música, distribuyéndola vía cassettes y cintas de VHS, llegando incluso a grabarlas sobre películas rentadas que luego devolvía

En algún momento, la personalidad de Tonetta empezó a cuajar, producto de Jeffries participando en eventos de Orgullo Gay anualmente, tomando ideas estéticas que luego aplicaría en un elemento visual a su música, elaborando disfraces a partir de paraguas rotos y tela desechada. “Siempre he sido de mente abierta”, confesó también en el Nighttime Podcast. 

Una peluca, maquillaje y una máscara concluyeron la transformación. De día, Tony era solo otro canadiense viviendo su vida. 

Pero de noche, en la privacidad de su hogar, frente a una cámara y usando diversos disfraces, Tonetta salía a relucir. Ni hombre ni mujer, ni persona ni animal; solo la experiencia pura del desenfreno. 

Fuente: Captura de video

Fue así que eventualmente Jeffries se encontró en Youtube alrededor del 2007, donde empezó a subir sus videos prolíficamente -al menos diez al mes- y a ganar una audiencia que lo veía, tal vez con asco, tal vez con admiración, pero nunca con la capacidad de olvidarlo

El contenido de sus videos, tristemente, incitó a la censura indiscriminada por parte de la plataforma. Su cuenta fue cerrada una y otra y otra vez hasta que, alrededor de 2017, Tonetta desapareció de la plataforma, dejando atrás una colección de videos que otros usuarios habían subido. No volvería a la misma sino hasta 2019, en la cuenta “Tonetta777 Tonetta777”. 

Tonetta sobrevive en Bandcamp también, sacando sencillos regularmente, a veces varios en un solo mes, con mayor fidelidad, pero con la misma actitud. 

A pesar de llevar más de cuarenta años haciendo música, Tonetta, oficialmente, solo ha sacado tres discos. Se trata de tres volúmenes distintos de temas grabados entre 1983 y 2009, una colección bautizada 777 y publicada a través de la disquera BlackTentPress. 

Hay montañas de contenido que nunca fueron lanzadas oficialmente, flotando en el internet o acumulando polvo en algún cassette en la casa de Jeffries. Producto de sus limitaciones tecnológicas, de su vida hermética y probablemente de su necesidad expresiva, Tonetta ha sido extremadamente prolífico

Casi en la misma forma en que una banda como Guided by Voices ha sido prolífica, Jeffries ha intentado capturar el sonido perfecto de una fórmula específica, maquinando una y otras vez los mismos elementos. 

Es definitivamente monótono y repetitivo, pero he ahí el punto de Tonetta: la distinción entre un artista y una persona que hace arte. La gran mayoría de los músicos profesionales se dedican a su arte ya que buscan concretar un ideal estético, buscan remuneración, a veces fama, pero generalmente porque aman su profesión. Jeffries jamás ha sido uno de estos. 

Nunca ha ido de tour, y el lanzamiento de sus discos, que nunca promovió tampoco, estuvo inundado de controversias monetarias y problemas de propiedad intelectual. 

En documentales y entrevistas, Jeffries menciona haber recibido mails de sus hijos expresando su vergüenza por lo que su padre hace, y es abiertamente hostil hacia su ex-esposa. 

Fuente: captura de video

Frecuentemente menciona a su hermano en varias canciones, quien se quitó la vida en su juventud, producto de lo que parece ser una enfermedad mental no diagnosticada. 

Por su propia admisión, no consume drogas, ni bebe ni fuma, y canta tanto sobre sexo ya que “nunca” lo tiene. “Tal vez si cogiera más no estaría pensándolo tanto,” ha dicho. 

Cuando habla del mundo exterior, vacila constantemente entre un humor cálido, aunque cínico, y lo que parece ser misantropía, o como mucho, decepción generalizada. Cuando, en un video de 7/24 Films, el crew de filmación le pregunta sobre la dedicación y tiempo que le da a la personalidad de Tonetta, se muestra despectivo. 

“Pfft, tiempo,” dice. “Una máscara y una peluca, y ya, eso es todo lo que hago” continúa. “¿Tonetta? Yo no le doy tiempo a Tonetta. Que se la cojan,” concluye, entre risas. “Y créeme… me la he cogido.” 

El mito de Tonetta es menos tenebroso y mucho más humano de lo que parece, como es lamentablemente común entre aquellos artistas considerados outsiders: figuras cuya condición psicológica, socioeconómica, cultural, corpórea o filosófica los reniegan a existir, de una u otra forma, en los márgenes de la sociedad. 

Aunque existen en todas las disciplinas, desde la literatura e ilustraciones oníricas de Henry Darger hasta las esculturas de basura de James Hampton, muchos outsiders parecen gravitar hacia la música. 

Daniel Johnston, posiblemente el mejor conocido, hizo su fama a partir de su carisma e inocencia, mientras que Wesley Willis se aproximó a un punk dadaísta, grosero e irreverente. Lil B, posiblemente el rapero más influyente en la era digital, se burló de cada estereotipo del género. 

Jeffries, y Tonetta, por su parte, existen en su propio recoveco, con un par de guitarras, micrófonos y un drum machine, lleno de lencería, máscaras y quién sabe cuáles fluidos corporales. 

En su apartamento en Toronto, repleto de chucherías y artefactos de arte plástico bizarro (algunos elaborados con sus propias heces y pintura acrílica), fotos y dibujos eróticos, Jeffries parece contento con su vida. Un hombre viejo usando su arte para expresar sus deseos y frustraciones, sin importar que le escuchen o no. 

Fuente: web

La grandeza de Tonetta no se encuentra en la música y la presentación; estos son meros canales de transmisión. Sí, es graciosísimo, chocante, lleno de melodías pegajosas. Tiene un estilo particular, reconocible y único. 

Pero la esencia pura de Tonetta se encuentra en la expresión de sí mismo, en el abandono total de ideas de decencia, roles de género, convenciones musicales (incluyendo la convención de la evolución musical) y la celebración del momento, transgrediendo el ser y la moralidad, para llegar a una apoteosis de los impulsos. 

¿Quién es Tonetta?, sino el agujero negro de depravación y absurdez que habita en cada ser humano, dado rienda suelta, para que el mundo la vea, incluso si a ella misma no le importe. 

Por Juan Fernando Molina